martes, 31 de agosto de 2010

Museo de la ciudad - nuevas donaciones

Se ha dicho, y se ha dicho muy bien, que los Museos son una creación en el tiempo y que su principal función es la de conservar el Patrimonio de un lugar y legarlo a las futuras generaciones.
Estos sitios están llenos de historias que integran los actos de la vida de los pueblo. Son un claro exponente de nuestro pasado, pero también actores del presente.
Y es aquí donde se plantea un doble desafío para este tipo de instituciones: por un lado exhibir ese Patrimonio, ya que ninguna colección tendría sentido si no contara con su público… y por otro lado incrementarlo, realizando las gestiones necesarias para que no se pierdan en el olvido piezas que nos ayudarían a reconstruir el rompecabezas de la historia, a través de infinidad de detalles escondidos en objetos de la vida cotidiana.
Recientemente donaron al Museo de la Ciudad tres fotografías… pero no son tres fotografías más. No solo llegaron desde la ciudad de Concordia, sino que fueron entregadas por Javier Scuderi, bisnieto de uno de los constructores del Teatro Gualeguaychú, José Scuderi (Siciliano – maestro yesero) que se encargó de la ornamentación.

Estas fotografías son una verdadera joya documental. En ellas se puede ver el teatro en plena construcción, con sus andamios de madera, los palcos y la fachada inconclusos y gran cantidad de detalles, aún a cielo abierto. Estas imágenes son de gran valor, ya que llegaron en un momento clave en la restauración de la fachada.
Por Natalia Derudi

Otra donación, efectuada en el mes de agosto, resulta igual de significativa. Fue realizada por un vecino de nuestra ciudad, Luis Cerrutti, y consiste en una de las llaves originales de la Azotea de Lapalma. Como todos sabemos, a mediados del siglo pasado, la azotea en ruinas era un lugar especial para que los niños llegaran a explorar sus jardines abandonados. Fue así que, con aproximadamente 10 años, Luis encontró de una puerta caída la llave de 15 cm. de largo. Casi 40 años después, la llave fue entregada por él mismo a la dirección del Museo, volviendo así a su lugar original. Un vecino de la Azotea, José Falcione, de oficio carpintero, donó el soporte en el que hoy se expone la llave. Un hecho más que nos llena de satisfacción y nos recuerda que a partir de la práctica diaria los museos se consolidan como espacios propios de toda nuestra comunidad.
Ese tipo de actos son cada vez más frecuentes y como creemos que son un hecho muy valioso para todos nosotros es que agradecemos además el gesto de las señoras Beatriz Romero y Viviana Geromel, que también acercaron sus donaciones.
Toda la comunidad está invitada a sumarse a este tipo de iniciativas o simplemente visitarnos para conocer las nuevas adquisiciones
Un museo vivo implica apertura y participación. Necesita de actores que se sumen a la dinámica de los tiempos que corren y los transformen en el reflejo de la ciudad que queremos para este Bicentenario.

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