Cómo duelen las historias que no son y al mismo tiempo cómo pintan de pasión nuestras vivencias
Llenan las canciones, las poesías y de misterio a las leyendas.
Hasta los verdaderos desencuentros se vuelven relevantes y con el tiempo son historias que se llaman a contar.
Será que movilizan, sacuden, nos corren de lugares cómodos y seguros, de travesías sigilosas, de rutinas agobiantes.
Lo cierto es que la Casona de Lapalma guarda una historia de amor, una leyenda que mantiene cautiva a Isabel.
En tiempos efímeros, livianos, donde la mayoría de las cosas se descartan y lo nuevo –vedette del momento- reemplaza lo antiguo, se podría decir que la historia de Isabel, tesoro cultural que no ha podido embatir el tiempo, fue palpito gracias a un Museo en movimiento.
Alrededor de la Azotea vuelan muchas anécdotas, parte de la historia de nuestra comunidad que no olvida su pasado, lo re-crea y se proyecta.
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